Una vez que el
descanso llega y se abre
paso por unos
días, es el cielo
quien parece
dejar todas las nubes
en otra ciudad
para amanecer,
llenar de luz el
sitio que vuela por encima
de los días
lectivos. Aquí, en casa,
sigue habiendo
revistas con horóscopos;
sigue en la
facultad habiendo listas de temas
que no se
cumplen, libros que prefiero
comprar y
recordarlos con el lápiz.
Todo camina
ajeno a esta tranqui
lidad protagonista
del ahora.
La vida
permanece, toda entera desprende
algo de luz, un
poco de sombra en sus posos.
Y también
permanece la belleza,
toda aquella
belleza que ilumina
el rostro de
quien mira y, como siempre,
se corresponde
con su brevedad
propia que
inquieta.