Dos dedos. Son dos sueños que acarician
el suelo recién pleno con la lluvia.
Y con amor. Dos dedos en el borde
de mis labios con tus sienes cansadas.
Dos dedos poco a poco -con amor-.
Y te quiero. Y se suben las rodillas,
y cruje y baja y vuelve a subir ya
el color de un retrato impresionista…
… y llueve lento, María, otra vez.
Una voz ahogada. Me los mojo
los labios y silencio con la lluvia.
Te quiero cuando llueves y sacas el sol
por la noche. Ya están los dedos mojados
descansando despacio. Me otorgas el estío
de una tarde pequeña sin tuya en el cuello.
Todo cuanto sabía no es nada en esta luz.
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