Y antes de decidir cualquier postura,
el atento asentir de una calle distinta
frunce el ceño, da fuego a un desconocido,
me mira tras romper su cajetilla
y me aconseja amor, luego te dejo el diario
de hoy, está preciosa la noche
si lo piensas, sé firme como esa mujer vieja
que no tiene el valor para sarcar sus gafas del bolso.
Después de esta paliza hablando y mirando
por el cristal del bar, y de que esa otra vieja
pretenda liarse un porro... cómo se llama
ese actor de después de la guerra,
no recuerdo... Tony Leblanc, sí,
que ya no sale en cuéntame,
y esa chica tan hippy es tan bonita
como la noche que nos ofrece
la capital, pues sueños y extintores,
y teléfonos en la pared de la telefónica,
pero de día, tienen que ser como Scarlett
Johansson ojeando el vacío
con un cigarro. Qué sencillo este
vituperio de versos cojos en un estanco.
Qué sorpresa la tarde tras tres horas
de actitud transparente. Y me doy
cuenta que soy la ficha más pequeña
de esta parte del mundo que no es la mía
con el más puro estilo tráigame una caña, por favor.
Buena escena y buen poema, tabaquero también.
ResponderEliminar¡Por cierto! Te dejo esto, por si eso: http://www.insite.com.br/art/pessoa/ficcoes/acampos/456.php
¡Un abrazo!
V.