Ecos de hoy encuentro en Barcelona,
esbozos que no son raíces propias
pues emigraron como tantas otras
partes de mi historia familiar.
Pero ahí están: la escultura gótica,
las vanguardias implícitas
en el aire, en la brecha que hay
entre el mar y la montaña.
Y esto, me temo, que no es experiencia
sino el deseo que sí permanece,
aunque ajeno, en el todo y el cuándo,
en los lugares que no veo
aun habiéndolos visto
y en el ardor que me produce
el penúltimo sorbo de la última ginebra.
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