Lejos de casa
existen ciudades
europeas que no
tienen acceso al mar.
Ciudades donde
el frío -recuerdo
las ciudades que
había dentro de Bruselas
y Frankfurt- atraviesa
los cristales,
los recuerdos,
la situación diaria.
Aun así existen
ciudades únicas
dentro de las
casas, los abrigos,
la gente, la
compañía, los vasos.
Ciudades únicas
que desprenden
calor, porque
algo bueno tiene
que tener eso de
ser feliz.
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