lunes, 18 de febrero de 2013

"Erasmus borrachas"


Y bailamos sin hablar,
¡oh no!,
y nos vamos a escapar
a un clima cálido.

Me despierto los miércoles pensando
en San Vicente Ferrer, 25;
aun así, cojo el tren y amanezco
en el campus con la cartera llena
de libros y de sueño. En la rampa
de Filosofía y Letras me lío
un cigarro y me encuentro a Virgilio,
quien me tiende el mechero y me dice:
Ond'io per lo tuo me' penso e discerno
che tu mi segui, e io sarò tua guida.
Agradecido, apago el cigarro y entramos
juntos -con nuestras camisas viejas-
en la clase de literatura
(desde el fin de siglo hasta nuestros
días), donde me tengo que aburrir
escuchando al fascista que me da clase
decir que mi abuelo en la posguerra
no pasó hambre. Menudo infierno si no
estuvierais vosotras con vuestros
portátiles, botellas de agua y ropa
castaña; extranjeras vosotras que llenáis
mi atención y mis ojos de preguntas:
¿cómo se deletrean vuestros nombres?
¿Dónde nacieron vuestros padres? ¿Qué
costumbres hay allí en vuestra tierra? ¿Acaso
también coméis lentejas el último
día del año como hacemos
en mi casa? ¿Qué metro cogéis
para salir del centro? ¿Quiénes sois?
¿El aire de Madriz evoca aquello
que tanto echáis de menos?
Tantas preguntas que siguen sentadas
cuando vuelvo la vista a los apuntes,
porque entiendo que es una utopía
mi curiosidad gracias a la falta
en mi currículum académico
de algún título oficial de idiomas.

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Alterae res

Vídeo realizado por Alma Prieto