El desgaste
gratuito en sus brazos
de esta mi
vocación futurizante
qué pretende:
¿dejar las avenidas
sin asfaltar?,
¿romper las hojas blancas
del tiempo que
vendrá con canas nuevas?
Hay días en que
estallan las espaldas,
en que estalla
la gran bola del mundo
y me rompe las
gafas en mil sueños.
Y no te veo
cuando desayuno
por las mañanas.
No veo el dolor
que callan mis
pulmones al andar.
No veo ningún
ojo que reparta
semillas más
allá de sus fronteras.
Pero, muy a mi
pesar, a veces veo
a ese tipo que
calza mis zapatos,
que viste mis
camisas y mis gafas,
y no lo
reconozco como autor
de mi voz, como
el novio de mi novia.
Aquí surge el
momento en que prefiero
seguir
recolectando por el suelo
los pequeños
fragmentos esparcidos
de mis cristales
rotos.
Sé que no se debe comentar un poema con la opinión: me gusta. Pero.
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