sábado, 12 de junio de 2010

"¿Dónde vas, Alfonso XIII?"

Es algo absolutamente necesario que la vida cambie, el cambio vital es una necesidad. Nosotros vivimos una vida que impone sus propias leyes, reglas y, como no, cambios. Y hay que aceptar cualquier cambio con la mejor cara y sonrisas posibles.

El otro día experimenté bastantes cambios en vida, cambios que darán lugar a un conjunto de circunstancias que antes no tenía dentro de mi vida y que, bueno, hay que aceptar como algo nuevo y que poco a poco irá siendo cotidiano. Todo está adquiriendo una apariencia distinta: el colegio ya se acabó después de 15 años, la universidad aparecerá en un futuro, cambiará los estudios y la metodología y el sistema de trabajo, en fin, muchos cambios que entre otros muchos más están haciendo que mi vida cambie y que yo madure un poco más.

Todo esto, es decir, el despertarme un viernes por la mañana y descubrir que tantísimas cosas han cambiado de golpe me recuerda a aquello que decían los apuntes de Historia que "el almirante Aznar afirmó que el país se había acostado monárquico y se había levantado republicano" (tras las elecciones de abril de 1936). ¡Cómo debió de sentirse el borbón Alfonso XIII! Pues yo creí tener la misma sensación durante aquella mañana: ora aquello, ora esto.
También, un autor del teatro de la posguerra, Juan Ignacio Luca de Tena, tiene una obra cuyo título es ¿Dónde vas, Alfonso XII? Pues no sé por qué, en estos instantes me imagino a una señora mayor (una mujer de estas a las que prefieres llamar 'vieja' antes que 'anciana') diciéndome con sorna: ¿Dónde vas, Alfonso XIII? Que cosa más extraña, ¿verdad? Sin embargo, en vez sacudir la cabeza para expulsar a mis fantasmas, ahora mismo observo fijamente a esa vieja que parece que se acaba de escapar de una de las Pinturas Negras de Goya y la digo: A coger el camino más adecuado para seguir adelante, señora, y ser feliz.


Alfonso XIII.

1 comentario:

Alterae res

Vídeo realizado por Alma Prieto