sábado, 16 de octubre de 2010

Mañana

El destino o tal vez Dios ha querido

que ahora estés paseando por Córdoba,

tú solo, con las manos dentro de los bolsillos,

atento a la carrera latente

de las nubes orondas de los cielos.

La paleta andaluza de geranios

y flores o los arcos de herradura

califal con dovelas alternantes

pueden ser dos perfectos ejemplos

de la belleza variopinta

que escondemos los hombres,

no sin olvidar la mirada de uno

orientada al frente, el orgullo

de vagar solitario

y las casualidades de la vida,

que múltiples sorpresas nos componen.

Una sonrisa que se esconde,

que se esconde con celo, y es capaz

de atravesar ciudades y provincias,

tiempo y espacio, convirtiendo

a la hueca compañía en báculo de apoyo.

2 comentarios:

  1. Sesi, me gusta.
    Me alegra que hayas vuelto =)

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  2. ¿Sabes? Leyendo las primeras líneas, he sido capaz de imaginarme a mi misma paseando por esa Córdoba variopinta y colorida... Son versos capaces de recrear, sin más, y eso me agrada.

    Muchas veces, sonreírle a la Soledad, la convierte en compañera...

    Bonito poema, al igual que otros más que tienes por aquí.

    Saludos.

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Alterae res

Vídeo realizado por Alma Prieto