domingo, 9 de mayo de 2010

Parva magna sunt

Paseaba un día cualquiera Madame de Pompadour por los jardínes del Palacio Pitti. Alejada de un ambiente urbano y dinámico, la aristócrata compredía poco a poco que el aire era aire, y el vinetecillo que corría era simplemente vientecillo y no la alegoría o el símbolo de alguna realidad abstracta. La lluvía había cesado sobre las diez de la mañana y, aunque ya no llovía, sus efectos se reflejaban en el barro del suelo y en el olor a piedra mojada que desprendían las fuentes. Según trascurría la mañana iba el sol calentando la urbe florentina. Paseaba Mandame de Pompadour por los jardínes del Palacio Pitti y al ver al sol haciendose un hueco entre las ramas de los olivos y quedar fascinada sin saber por qué, compredió que no podría encontrarla ni en los ornamentos ni en los lujos más caros de la vida, sino que hallaría la belleza en la sencillez más absoluta. Y continuó paseando, consciente ahora de sus pasos.

Jardínes del Palacio Pitti, Florencia.

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Alterae res

Vídeo realizado por Alma Prieto